En los últimos meses, el comedor Mimarte aumentó el número de chicos que recibe para darles la merienda. La crisis social se agudiza en Venado Tuerto. El desempleo en el ámbito informal, el aumento de precios y la pobreza vuelven imposible que algunos chicos tengan para comer en sus casas. A esas urgencias, en Mimarte suman talleres y actividades que permitan encontrar oportunidades en un panorama que pinta oscuro para los más vulnerables.
Desde diciembre, con el cambio de orientación en las políticas de gobierno, y sobre todo a partir de marzo, cuando las medidas económicas implementadas empezaron a tener sus efectos más evidentes, la cantidad de chicos y familias que van al comedor se incrementó considerablemente. La mera subsistencia se volvió un asunto difícil para muchas familias de la ciudad.
El cambio de la situación social en Venado Tuerto se manifiesta en pequeños indicadores que se insertan en las prácticas más cotidianas. Durante el año pasado, el promedio de chicos que el comedor recibía era de 18 por día. En solo seis meses, calculan que ese número creció a 22, con días en los que dan comida a más de 35 chicos que no tienen para alimentarse en sus casas.
A la actividad del comedor se le suma el dictado de talleres para las mujeres, un modo de aportar herramientas para generar emprendimientos propios, inventar puestos de trabajo, buscar salidas para sumar algunos ingresos y sobrevivir. En esa trama que eslabona creatividad, producción en cooperación, cercanía y coordinación, se conforma la economía popular, un sector compuesto por los excluidos del sistema laboral tradicional. Los que quedaron afuera, crean. Con la ola de despidos y la retracción patronal evitando dar empleo y reduciendo las garantías laborales, la necesidad de buscar alternativas es urgente.
En Mimarte procuran enfrentar esas adversidades a través de la organización y la multiplicación de saberes. El marco de tarifazos es un factor en contra. Solo algunos precios están subsidiados, lo demás, tienen que ser cubierto con esfuerzo y trabajo de los colaboradores: “la factura del gas no nos llegó, así que nos vamos a sorprender cuando nos llegue”, comentan las mujeres.
