Los indicadores económicos señalan una caída generalizada del consumo, pero uno de los puntos más alarmantes es el retroceso en el rubro de alimentos. Las consecuencias de esa retracción se expanden por todo el tejido comercial de la ciudad y los supermercados no quedan excentos. Osvaldo Mori, titular de Mami, apunta en diálogo con PUEBLO Regional que “estuvimos abiertos y tratamos de ofrecer mercadería. Los aumentos están, no se pueden negar y la reposición de mercadería es lenta”.
“La venta de las empresas a los supermercados o mayoristas es en cantidades reducidas. Todos están a la expectativa de qué va a pasar con los precios. Estamos en un cierto tembladeral que tiende a normalizarse”, subraya. Y agrega: “cuando se dan estas situaciones tratas de equilibrar lo que podés aumentar, lo que la clientela puede comprar y la necesidad de facturación para pagar los gastos. Se da un fenómeno que se retraen las compras, hay gente que no compra o compra solo lo necesario”.
Mori detalla que los aumentos son heterogéneos y se dan con diferentes dinámicas según los casas. Sin embargo, dice que mirándolo “con buena onda”, rondan entre un 15 y un 20 por ciento. En cuanto a la forma para aguantar y la decisión de poner cupos para determinados productos, recalca que “cuando ponés cupos para las mercaderías es para estirar en el tiempo el stock que tenemos para llegar al momento de reponerlo. No puedo cerrar mi negocio porque tengo una estructura de costos que tengo que cubrirla”.
“Mi clientes son de todos los días, no es de un caso y nada más”. Afirma que las ventas se mantienen estables, y explica: “vendés la misma cantidad de dinero pero las cantidades disminuyen. Si bien en cifras se mantienen, como las cosas aumentan de precio, es menor la cantidad de mercadería”, dice.
