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No engordar: el mandato patriarcal que se profundiza en cuarentena

La gordofobia tomó más fuerza en las épocas de aislamiento. Un mandato social que esconde opresión, violencia y estigmatización. El rol del feminismo en estos discursos.
Quedarse en casa. Usar barbijo. Lavarse las manos. Desinfectar todo con lavandina. No engordar. Estas son las cinco indicaciones que uno debe cumplir, a rajatabla, durante la cuarentena.
No es novedad que la gordofobia está a la orden del día. Y hoy, en tiempos de aislamiento y crisis, pareciera ser que estar –o ser– delgada/o es la meta a alcanzar. Tan importante como la de la vacuna contra el coronavirus.

Gordura y barbijo
“En cuarentena se exacerban ciertos discursos y temores sociales en torno al cuerpo que, si bien ya venían con mucha fuerza, durante esta etapa de aislamiento se profundizan”, explica Laura Contrera –abogada y profesora de Filosofía doctorada en Estudios de Genéro en la UBA–. Su investigación tiene que ver con corporalidades y subjetividades gordas. “No engordar en cuarentena es tan obligatorio como usar barbijo”.
La obligatoriedad de no engordar responde a discursos sociales. “Por ejemplo, el discurso médico tiene una serie de presunciones sobre lo que se supone que es un cuerpo saludable y el peso que se debe tener. La idea de ‘no engordar’ tiene un halo de cientificidad avalada por los médicos; y así se hace presente como ordenador social”, dice Laura.
Lux Moreno también es activista gorda y por la diversidad corporal. Es profesora de Filosofía en la UBA. “No engordar aparece como una situación obligatoria desde principios de 1900 en adelante. En los años ’60 se intensifica, y toma fuerza en los ’90”; y remarca que para ella, el “sistema de consumo ha transformado el cuerpo en una mercancía; y por eso nos vemos obligados a mantener ciertas apariencias. Así somos bien valorados”.

¡Prefiero el Covid!
El temor a engordar es tan fuerte que se hace cualquier cosa para evitarlo. Ser gordo es un estado indeseable; incluso más que otros estados posibles del cuerpo. “Hay un fuerte componente moral y estético circulando. Todas estas alusiones del cuerpo saludable van de la mano de lo que se supone un cuerpo normal, deseable, productivo. Para la sociedad la delgadez tiene valor por sobre la gordura, y no las entiende como dos formas posibles de la diversidad corporal”, explica Laura.

Gordura para todes
La exigencia del cuerpo recae en todos/as. “En la exigencia de no engordar, la cuestión de género es muy importante a la hora de pensar las exigencias corporales; pero no hay que quedarse sólo allí. También hay que tener en cuenta la edad, la pertenencia étnico-racial, la orientación sexual, etc.”, afirma Laura.
Lux coincide: “La obligatoriedad de ser delgada/o recae en ambos géneros, incluso en los lugares donde no hay género. El problema es que nosotras/os vivimos en un sistema de opresión que subsume al cuerpo de las mujeres, y las femineidades en general. Todo aquello que no sea la masculinidad hegemónica queda por debajo”, explica, y agrega: “El sistema heteropatriarcal pone a las mujeres en lugar de objeto. La mujer se transforma en una mercancía que tiene que cuidar, que tiene que hacer valer para ser visible en el mercado de deseo. Si bien esto recae también sobre los hombres, es de una forma muy diferente”.

Fuente: Tiempo Argentino

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