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Las manos enjabonadas de la policía

Los diarios titulan como si se tratara de un peligroso terrorista buscado internacionalmente. El centro de atención es la peligrosidad. Hay un delincuente suelto, nadie parece estar a salvo. No hay mejor forma que sembrar el pánico, predispone cualquier adopción de medidas drásticas. Pero antes que los medios de comunicación salieran al unísono a contar sobre la amenaza que azota a la ciudad, fueron los propios dirigentes políticos quienes abonaron la idea de un máximo riesgo y una criminalidad irresoluble de Nahuel Novelino. Toda la conflictividad y la violencia que cala profundo en el entramado social puesta sobre los hombros de un pibe que se escabulló de las manos policiales en la puerta de la comisaría 2°, cuando era trasladado para una visita familiar.

“Novelino es un preso que está con un proceso por tres causas judiciales graves, como son las causas calificadas. Fueron asaltos con uso de arma y agresión de las personas. Ayer lo traían a Venado Tuerto por un acercamiento familiar. Quiere decir que cuando no lo pueden ir a visitar, por falta de movilidad o alguien está enfermo. Novelino estuvo en Venado el viernes pasado. Eso es muy extraño. No sabemos si el juez dio la orden del traslado o si decidió la autoridad policial. Eso es fundamental”, dice Norma Migueles, periodista especializada en temas policiales.  Foto 2

La concreción de la fuga tiene visos de espectacularidad. El horario, el lugar, la forma en que se produjo levantan una fuerte sospecha. “Novelino debe medir un metro sesenta. Yo debo pesar el doble que él. Puede haber empujado a los policías, pero no es alguien a quien no pueda doblegar. Quizás lo estaban esperando, puede que lo tenía planificado. Ha planificado muchas cosas más desde dentro de la cárcel. Planificó amedrentar a testigos. Preparó un golpe que concretó con salidas laborales. Ante un chico tan audaz, escurridizo y violento, ¿es comprensible una anomia policial, que se hallan relajado? ¿los custodios estaban capacitados para un delincuente peligroso?”, agrega.

De la demagogia punitiva a la inoperancia policial

Inmediatamente conocido los sucesos, el foco fue puesto sobre la situación penal que atravesaba el joven, cuestionando el beneficio de acercamiento familiar por el cual había sido trasladado desde Melincué, donde estaba detenido. También llegó a la ciudad una comitiva de Asuntos Internos de la Policía provincial para iniciar una investigación sobre la participación policial. El eje de inoperancia o complicidad se abre como un manto de interrogantes, más aún cuando es la propia policía la señalada como fuente de salvación de todos los problemas delictivos. Esa paradoja quedó en evidencia con la desorientación de los sectores políticos que habitualmente hacen culto del punitivismo y la mano dura.

¿Cómo justificar el pedido de consignar mayores atribuciones a las mismas fuerzas policiales que por involucramiento o negligencia conforman un eslabón fundamental en la cadena delictiva? El senador Lisandro Enrico fue quien en su momento salió a cuestionar la liviandad de los jueces para tratar el caso de Novelino. La figura del juicio abreviado bajo la que se lo juzgó fue uno de los ejes de las críticas. Novelino tenía una condena de tres años. Había sido liberado y reincidió. Eso motivó la fuerte resistencia a lo que se consideró demasiada flexibilidad del poder judicial. Ahora, pidió al Ministerio de Seguridad que se inicie una investigación hacia dentro de la fuerza policial sobre la modalidad de la fuga, las condiciones de traslado y el incumplimiento de los protocolos de seguridad.

El secretario de Gobierno municipal, Jorge Lagna, señaló esa contradicción entre la exhibición de una propuesta política de endurecimiento de penas y persecución de delincuentes, con este episodio de confusión y aparente complicidad policial: “hace poco tiempo el senador Lisandro Enrico mostraba a esta persona como el enemigo público número uno, y ahora quiero que ponga el mismo énfasis en condenar estos hechos y pedir una investigación seria y que paguen los responsables; es la única manera de que la gente vuelva a confiar no sólo en la policía, sino en el sistema. Tampoco hay que caer en el reduccionismo de que la culpa es de los fiscales, o hablar de la puerta giratoria”, disparó.

El corrimiento del eje y la discusión sobre la posible maldad congénita del delincuente o las astucias criminales que lo hacen un factor de riesgo para la sociedad, solo contribuyen a aumentar el miedo y la sensación de desprotección de la población. Son, además, una plataforma fértil para la preparación de medidas represivas y de un aumento en la vigilancia y el control social. Ninguna de esas propuestas resuelve las problemáticas de fondo, que son las que producen la violencia social. Es una forma de atacar los efectos, sin preocuparse de las causas, en donde las implicancias y colaboraciones exceden por mucho la peligrosidad de un ladrón.

 

 

 

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