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La zona más humilde del cementerio La Piedad se llena de tumbas de jóvenes

la-capital-pibes-muertosLos menores de 25 años ya representan cerca del 40 por ciento de los muertos enterrados en las parcelas más económicas.

«Hijo: Aprendí todo en la vida, menos a vivir sin vos», dice la amorosa frase impresa en acero, colocada sobre una foto de un pibe flaco con flequillo de mechones rubios. La tumba está completamente pintada con los colores y el escudo del club de los amores de Lucas Alvarez, un aprendiz de albañil de 21 años que falleció hace cuatro años, después de caer de un 8º piso cuando limpiaba la medianera de un edificio de Paraguay al 1200 y cedió el andamio que lo sostenía. Muy cerca está la sepultura de Andrés Arduvino, un chico de 21 años que fue apuñalado en abril de 2012 en un departamento del centro de la ciudad en circunstancias poco claras. Y pasos más allá, la de Gustavo Damián Urquiza (20 años), a quien mataron de seis balazos en un búnker de drogas de barrio Moderno en la madrugada del 31 de enero de ese mismo año.

Víctimas de accidentes, sobre todo de tránsito, o del crecimiento de la violencia urbana; en las parcelas gratuitas del cementerio La Piedad las tumbas son cada vez más jóvenes. Y, según advierten desde las empresas de servicios fúnebres, representan casi el 40 por ciento de los servicios para «pobres de solemnidad» que abona el municipio.

La presencia de estas humildes sepulturas en las parcelas situadas sobre el límite oeste de la necrópolis no sólo cambia la fisonomía gris de La Piedad, sino también algunos rituales alrededor de amigos y familiares que se fueron demasiado pronto. «Es muy duro que hoy no estés, hay días que estoy muy triste. No sé como hacer para que vuelvas», le confía un amigo en una placa a Walter (26-1-88, 22-11-13). «Vivís por siempre en mi corazón», se lee sobre la lápida, azul y amarilla, de Claudio (10-4-80, 13-12-15), o simplemente «Te amo» le confiesan a Brisa (4-7-98, 27-12-2015) en su sepultura llena de angelitos, cartas y juguetes.

Vulnerables. El año pasado, por segundo año consecutivo, se registró una disminución de las muertes violentas respecto del año anterior. Según los datos oficiales del Ministerio de Seguridad de la provincia, durante 2015 hubo 224 homicidios dolosos en el Gran Rosario, 26 menos que los 250 contabilizados el año anterior. De estos crímenes, 198 se cometieron en la ciudad de Rosario, donde en 2014 se habían registrado 202.

A esta altura del año se produjeron en la ciudad 155 homicidios. Sin embargo, la caracterización de las víctimas se mantiene casi invariable: la gran mayoría son varones, de barrios populares y siete cada diez son menores de 35 años.

De acuerdo a datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana del municipio, el 75 por ciento de la violencia armada tiene su origen en cuestiones interpersonales y los que mueren son generalmente jóvenes de entre 14 y 27 años, con una relación poco estable con instituciones clásicas de inclusión e integración social, como la educación formal o el trabajo.

la-capital-pibes-muertos-dosDe colores. El frío dato estadístico se puede «leer» también recorriendo las parcelas de los solares más económicos del cementerio La Piedad. Tumbas que, como única pompa, lucen cruces blancas o casillitas pintadas de colores. Muchas de las pasiones futboleras, mostrando hasta qué punto la pertenencia a un club es sinónimo de identidad. Hay de Central y de NOB, obvio, pero también de River, de Boca o de Racing; y también de celeste cielo, rosa o lila. Algunas están cubiertas de malvones, de rosas, otras de flores de plásticos de muchos colores y llenas de chucherías, juguetes, fotos, cartas, arreglos de tortas de cumpleaños.

El cementerio La Piedad es la necrópolis más grande de la ciudad. Cortado en dos por la avenida Provincias Unidas, ocupa unas 24 hectáreas en el distrito oeste. Los «solares especiales», aquellos que el municipio entrega en forma gratuita o mediante el pago de un canon muy económico, por dos años, tres o cinco, se encuentran al fondo del cementerio, casi llegando al paredón que da a la Circunvalación.

A estos solares se llega recorriendo la calle identificada con el número ocho, dejando atrás los panteones más coquetos, el monolito que indica el lugar donde descansan los cuerpos de las víctimas del trágico diciembre de 2001 y el crematorio. Después, cuando terminan las veredas, las líneas de sauces ordenan las parcelas que dos sepultureros, con más de 20 años de trabajo en La Piedad, advierten «se llenan cada vez más jóvenes».

Como improvisados guías, los hombres ofrecen algunas de las historias que identifican fácilmente en medio de las sepulturas. «Allí donde dice: Brian, presente, está el pibito que la policía mató por la espalda. Caminás dos pasos y tenés a la chica que mataron de cuatro puñaladas. Y allá el chico cuya madre salió hace poco por canal Cinco pidiendo Justicia», dicen y afirman que, en los últimos años, «casi la mitad de quienes llegan a esas parcelas no alcanzaron a cumplir los 25 años», cuando hace sólo cinco años «había una cada muerte de obispo, como se dice».

Con otros rituales. Nahuel pide fuego para encender un cigarrillo. Pese a que el jueves amenaza lluvioso, está sentado en un banco, al lado de la tumba del menor de sus 12 hermanos que, ese día, hubiera cumplido 18 años.

Nicolás Julián Mamani falleció el 21 de enero pasado. Días después, las crónicas policiales reflejaron el caso.

«Un adolescente fue asesinado de tres balazos por rencores vecinales», dijo el título de la noticia.

Nicolás era papá de una beba de un mes y fue ejecutado en Manantiales al 3100 (a la altura de Deán Funes al 4300, distrito oeste).

«Primero le pegaron un disparo en una pierna y lo trajeron a los empujones hasta que cayó ahí, al costado de la canchita que está junto al playón municipal. Y ahí lo terminaron de ejecutar», contó Nahuel con la vista perdida.

El joven lamentó que haya sido, justo él, el más chiquito de la familia, el que todavía vivía en la casa de sus padres y el que esperaba ansiosamente cumplir los 18, el que terminara asesinado de varios balazos en la canchita de fútbol del barrio.

Pese a que la necrópolis esta casi vacía, las parcelas que agrupan a «los gratuitos» tienen visitas.

«Siempre hay alguien por acá», corroboran los funebreros. Y dieron detalles sobre cómo la presencia de tumbas jóvenes suma nuevos rituales al cementerio.

la-capital-pibes-muertos-tresSepelios para los sectores más pobres

Para acceder a los entierros gratuitos, los familiares de los deudos deben tramitar en Tribunales un «certificado de pobreza de solemnidad». Entonces, acceden al servicio fúnebre en un domicilio.

Las funerarias agrupadas en la Asociación de Empresas de Servicios Fúnebres le facturan al municipio un promedio de 80 servicios de este tipo por mes.

Si bien no se llevan estadísticas, los dueños de estas empresas funerarias estiman que los sepelios de menores de 25 años representan alrededor del 40 por ciento de estos trabajos direccionados hacia los segmentos más humildes de la población.

Para el secretario de la Asociación de Empresas de Servicios Fúnebres, Luis Pinilla, el número es consecuencia «del crecimiento de las muertes violentas y los siniestros de tránsito» (La Capital, Carina Bazzoni).

 

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