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La caída de «El venadito», el último señor de las drogas en el suroeste santafesino

El ascenso y la caída de «El venadito» como líder y financista de una organización narco bien podría retratarse en un capítulo de una serie televisiva de moda. Quizás no como el protagonista, pero sí como parte de los transeros que operaron en el sur de Santa Fe. Allá por agosto de 2014 el hombre disfrutaba de un territorio a partir de la ausencia por la detención de tres grandes operadores: Carlos Andrés Ascaíni (apresado en Villa Cañas el 9 de marzo de 2013), Aldo Orozco (que cayó en Firmat el 10 de septiembre de 2013) y Carlos «Mele» Reynoso (apresado en Venado Tuerto el 9 de abril de 2013). Entonces «El venadito» se hizo fuerte trabajando en el departamento General López y el norte de la provincia de Buenos Aires con la mano de obra desempleada tras las caída de los mencionados señores de la droga. Su organización movía por semana alrededor de 60 kilos de cocaína ya estirada. Pero todo tiene un final. Para «El venadito» fue el 5 de agosto de 2014, cuando policías antinarcóticos realizaron una veintena de allanamientos en el marco de una investigación de la fiscal federal Adriana Saccone. Fueron presos 23 civiles y un policía, entre ellos el líder de la banda y el mayorista que le vendía la droga.

La causa, condensada en el expediente Fro10730/13 fue elevada a juicio por el juez federal Carlos Vera Barros luego de que la fiscal Saccone se lo hubiera requerido a fines de abril pasado.

Los 24 detenidos están acusados como coautores del delito de tenencia de drogas con fines de comercialización en forma organizada y conjunta entre ellos junto a cuatro personas aún prófugas. A Franco Ismael «El venadito» Arias», a quien se le imputó ser «organizador y financista» de la banda y «la tenencia sin la debida autorización legal e injustificada de dos granadas EAM5» de fabricación española escondidas en el baño de una casa allanada en Firmat.

Por su parte, el policía Horacio Oscar Montanaro llegará a juicio procesado por «tenencia de estupefacientes con fines de comercialización doblemente agravado por la intervención de tres o más personas en forma organizada para cometerlo y por su condición de funcionario público.

Otro detalle de la investigación es que el proveedor de la droga, identificado como Miguel Angel Fernández, es un bonaerense de 75 años detenido en el barrio Vicenzo de la localidad de Pilar. En principio los investigadores indicaron que este hombre conocido por los apodos de «Viejo», «Tío» o «Viejo Miguel» era de apellido Witerpon. Pero con el progresar de la pesquisa se supo que Witerpon era su cuñado.

«El viejo» era un cañero de los de antes que buscaba abrirse paso en el negocio de la droga porque le redituaba más dinero con menos trabajo», explicó una fuente de la pesquisa.

Así, Fernández compraba la cocaína de máxima pureza en la villa 1-11-14 del barrio porteño del Bajo Flores y la introducía al departamento General López a través de un transportista apodado «Flaco Sergio». O en su defecto mediante Juan Marcelo Luján, ex pareja de la madre de «El venadito».

Al momento de su caída, «El venadito» era un apodo escuchado en investigaciones federales. Ese alias se había escuchado en el marco del expediente «García, Roberto Oscar y otros s/trata de personas», cuando Nilda Luques, dueña de un prostíbulo, mensajeó al comisario mayor Oscar «La vaca» Ledesma y en ese intercambio de mensajes se mencionaron los nombres de los narcos de la zona; «el de Firmat, Aldo César Orozco, alias «Totola»; el otro Franco Arias, alias «El venadito», y el de Villa Cañás, Ascaíni», dijo el oficial condenado en el recientemente terminado juicio que tuvo como protagonista principal al ex jefe de la policía santafesina Hugo Tognoli, absuelto tras ser acusado de proteger a esos narcos.

A mediados de julio de 2013 efectivos de la Brigada Departamental VIII de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones, al mando del comisario Alejandro Druetta, colocaron bajo la lupa a un delivery de pizzas de la periferia de Venado Tuerto. De acuerdo a escuchas telefónicas, el repartidor alternaba pizzas de muzarella con dosis de droga a domicilio. Hurgando en su lista de contactos, los policías lograron establecer que trabajaba para «El venadito» Arias.

En esos 13 meses de investigación se transcribieron 6 mil fojas correspondientes a más de 1.500 CD’s de intervenciones telefónicas judicializadas teniendo como objetivo la banda de «El venadito» o «Santa», como también se hacía llamar.

Para la acusación «El venadito» era el líder de la banda y «El viejo» Miguel Fernández su proveedor. «El venadito» confiaba buena parte de la organización en familiares y allegados: Carina Elisabeth Lucero, su ex pareja; Norma Edith Arias, su madre; Luján, ex pareja de su madre; Juan Gabriel Santandrea, su hermanastro; y Alejandro Horacio «Chito» Gálvez, que era un allegado a la familia afincada en Firmat.

Por debajo de «El venadito», en el organigrama, había al menos siete personas, todos distribuidores. Y en la línea inferior una red de vendedores barriales que hacían sus entregas en bicicletas, motos y autos.

Otro de los engranajes de la red que llamó la atención fue Rubén «Dante» Ledesma, a quien le secuestraron al allanar su vivienda de Venado Tuerto un handy con frecuencias policiales. Al peritar el equipo encontraron que tenía «grabadas en el canal 1 la frecuencia perteneciente a la Unidad Regional XVII de San Lorenzo; en el canal 2, la correspondiente a la Unidad Regional VIII (departamento General López); en el canal 3, la frecuencia asignada en forma compartida a la Unidad Regional XII (Tostado), Unidad Regional XIII (San Cristóbal), Unidad Regional XIV (San Javier), Unidad Regional XVIII (San Martín) y la Unidad Especial Rural», según se describe en la elevación a juicio.

«Dante» era una persona que tenía contacto con «El venadito», «El viejo» Miguel y otros integrantes de la banda como Javier Marcelo «Pipi» Guida y Leonardo Ramón Rubén «Lily» Correa.

Como en todas las bandas narcos desbaratadas en los últimos años, la del «El venadito» contó con la colaboración de un policía que prestaba servicios en el área Informaciones de la Unidad Regional VIII (departamento General López). En los 13 meses de escuchas y seguimientos, uno de los teléfonos interceptados fue el del comisario Horacio Oscar Montanaro, cuya casa de Elortondo fue allanada el 5 de agosto de 2014. Días más tarde el suboficial se presentó a la Justicia y fue preso.

Montanaro fue presentado por los investigadores en 2014 como «consumidor y vendedor de baja escala, pero a la vez como un informante de la banda». Para la acusación, Montanaro, «por sus funciones brindaba información y protección a «El venadito» y su organización, amén de tener inmediata y directa intervención en las maniobras de comercialización de estupefacientes». Para los investigadores el contacto entre Montanaro y la banda era Mauricio Juan «Mauri Durand.

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