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José Freyre más allá de la política: Solidaridad, familia y fútbol, el otro lado del intendente

Todos los días, José Freyre se levanta a las seis de la mañana y emprende rumbo hacia el Palacio Municipal. Al llegar, están solos junto con su secretaria. A partir de esa hora empiezan a llegar los permisionarios y a las siete el resto del personal. Con el paso de los años, Freyre fue conociendo a cada uno de los que trabajan en las oficinas municipales. Sabe sus nombres, dónde viven, a qué familia pertenecen. “Ahora ya no tanto”, dice, pero si se lo consulta, no tarda demasiado en encontrar ese dato perdido en su memoria. Reconoce que eso tiene que ver con su oficio y su profesión: el oficio de la política y la profesión de psicólogo, dos actividades en las que es fundamental la escucha. “La mejor manera de tomar decisiones y también tiene que ver con por qué me gusta la política y la psicología, es esa pasión de cada universo, de cada persona, me gusta escuchar su historia, sus sueños, sus frustraciones. Eso de ponerse en el lugar del otro”, cuenta el intendente.

En la misma línea asegura que esa facilidad para reconocer a las personas puede estar ligada a su trayectoria en comedores barriales y su desempeño en el Hogar Familia, antes de asumir la función pública. Es un tiempo que se dedicó a explorar la ciudad desde otra dinámica, establecer contactos de par a par con los vecinos, saber de sus vidas y sus desarrollos. “Hay veces que por mis ocupaciones me cuesta un segundo ubicarme, quizás, pero me gusta compartir el tiempo con la gente en sus lugares, en sus barrios y sus laburos”, explica.

Más allá de su perfil campechano y de cercanía, esa manera casi invisible de pasar por los lugares sin llamar demasiado la atención, hay toda una parte de la vida de José Freyre que es desconocida por la mayoría de los venadenses. Sobre su biografía, cuenta que su padre era de San Francisco y laburaba como contratista rural, razón por la cual él nació en Totoras, mientras su papá terminaba un trabajo, aunque a los dos meses ya estaba de vuelta. Después el padre puso un almacén. Lo describe como “muy compinche, muy solidario con los vecinos y la familia”. De su mamá, en cambio, dice que era “más metódica, medio alemana, así que tenía un carácter fuerte, mucha disciplina”. De ella recibió el influjo para la lectura y la pasión por el cine. Y también el legado peronista. Su padre era del Movimiento de Integración y Desarrollo, que encabezó Arturo Frondizi.

Uno de los momentos más particulares de la relación con sus padres fue cuando tuvo que anunciarles que quería estudiar psicología. A pesar que desde los 15 años leía filosofía y siempre expresó ese gusto por conocer a los demás, “fue todo un tema explicárselos”. “En ese momento era un poco más complicado. Pero lo entendieron. Además, creo que mi viejo siempre defendió esto de preocuparse por los demás. Él era muy solidario. Y creo que desde ese lado la vio”, relata.

El fútbol y la familia

Su gusto por el fútbol es conocido, así como su pasión por Huracán. Sin embargo, más allá de un breve paso por Jorge Newbery, José lo practicó siempre de forma amateur. “Soy muy patadura”, se define. Y recupera una experiencia, cuando a los 20 años, con un grupo del Ciudad Nueva, se metieron en un torneo. Esa relación con el fútbol la sigue desplegando en picados con amigos y en las visitas a los clubes que realiza como intendente.

El hecho de que su compañera sea la hija de Roberto Scott es también uno de los aspectos destacados de su personalidad política y una marca inevitable en su biografía. Explica que Brenda, la mamá de sus hijas, ya conocía lo que era la función pública y eso ayudó bastante: “Brenda bancó un montón de actividades y las bancó siempre. Para quien no conoce esa vorágine de la función pública, se hace muy difícil. Mi familia toleró un montón de cosas porque ella lo vivió con su papá. Juegan muchas cosas, el deseo de no repetir también”.

En cuanto a su familia, se autodefine como un padre moderno y, por lo tanto, dice que le cuesta decirle que no a sus hijas. “Uno vive culposo por el tiempo que les ha sacado, pero trato de aprovechar los momentos que tenemos y busco de adaptarme a las cosas. Incluso, haciendo cosas que nunca había hecho. He andado a caballo para acompañar a Justina. También, soy un pésimo guitarrista y retomé para tocar el bajo y la batería con ellas. Fui a hacer yoga con Josefina, mi hija mayor. A veces me llevan a correr. Jose (Josefina) es fanática de la literatura. Compartimos libros. También la música, menos el reggaeton”, aclara.

Con ellas también despunta otro de sus pasatiempos: la cocina. Aunque Justina, en esa área, lo desplazó. “Me gusta preparar cosas y agasajar a otros. El asado es algo que me encanta. La jardinería también. Me gustaría tener una huerta”, comenta.

Consultado sobre si volvería a elegir ser intendente, desliza que se fue dando naturalmente y que tal vez por eso nunca le asignó mucho valor a la cosa más honorífica. “Veo que a muchos los obnubila el hecho de tener un cargo, pero para mí siempre fue una enorme posibilidad de hacer cosas. Y también con sus respectivas cargas. Por supuesto, con el paso del tiempo, uno dice hubiera hecho tal cosa o tal otra. Creo que es parte del aprendizaje, lo que salió bien y lo que salió mal. Pero de volver a tener posibilidades, volvería a estar en el lugar dónde soy útil”, sentencia.

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