La confirmación del fin del Fútbol para Todos, además de sumar una nueva promesa de campaña incumplida por el gobierno nacional, abrió una fuerte disputa por el negocio de la transmisión del fútbol entre los grandes actores del mercado del cable. En esas idas y venidas entre gobierno, AFA y corporaciones, los pequeños cables del interior quedan en un segundo lugar. El asunto se resuelve entre grandes y el único interés en juego es el de la rentabilidad empresarial. Nunca antes el fútbol fue tan negocio y tan poco deporte como ahora.
El monopolio en la transmisión de los partidos de fútbol había funcionado como estructurador de las grandes corporaciones de cable, un negocio fabuloso que permitió el crecimiento y la concentración de empresas como las del Grupo Clarín, que se quedaron con casi la totalidad del mercado a costa de arreglos con el Estado. Otra vez es esa lógica la que impera: toda la red de cables extendida por el interior del país queda sujeta a las determinaciones de Buenos Aires. El reparto desproporcional entre los clubes refleja una injusticia precedente: antes se reclamaba que el dinero surgía del Estado, ahora el financiamiento saldrá directamente del bolsillo de los usuarios. El beneficio es todo para las empresas.
“Lo que no están diciéndole a la gente es que todo esto que se están repartiendo lo van a pagar todos, el que tiene fútbol y al que no le interesa también. El plus lo van a pagar todos los usuarios. El abono va a subir entre 100 y 150 pesos para pagar el servicio, y no se lo dicen al usuario”, comenta Fernando Genghini, propietario de Venado Visión.
La plaza para la adquisición de los derechos tiene un costo determinado. Incluyendo el fútbol en la cuenta, surge un valor que se reparte entre los usuarios. En las ciudades donde opera Cablevisión ya se produjeron aumentos de las tarifas como una medida preventiva y anticipatoria. “Han tomado el recaudo de ir aumentando para disimularlo cuando se confirme. Antes lo pagaba el Estado, ahora lo va a pagar el usuario. Todos, sin excepción. El único que es distinto a Cablevisión es ESPN, el resto es lo mismo”, dice Genghini.
Cuando fue la codificación del fútbol, solamente el 8% de los usuarios se plegó a la iniciativa. Ese porcentaje no alcazaba a cubrir el dinero requerido para sostener las transmisiones. En este caso, se calcula que el fútbol costará unos 300 millones mensuales. Como el paquete de abonados no alcanza a recaudar el dinero necesario, el pago se diluye entre todos los usuarios, tengan o no el fútbol. De esa forma, la reprivatización del fútbol lejos de reducir el costo para los ciudadanos, como se especula en las proclamas demagógicas de quienes eliminaron el Fútbol para Todos, se transfiere directamente al bolsillo de los usuarios.
“A Cablevisión le dieron los satélites, la posibilidad de comprar Telecom, se quedaron también con los caños de fibra, a Nextel le dieron la banda para poner internet por aire. Hay una monopolización de servicios sobre la gente. Se lo está quedando absolutamente todo Cablevisión. Si le siguen dando cosas se van a quedar con el 100% de todo. Ya ocurrió, con el fútbol ellos se quedaron con más de 400 cables. Muchos amigos míos que habían iniciado el negocio del cable, se lo tuvieron que entregar”, cierra.
