Dicen que para quien hace lo que ama no hay lunes difícil de empezar y mucho menos si está acompañado de los suyos… Mariana entendió esto a la perfección cuando decidió abrirse camino con un emprendimiento que más allá de lo económico le resultaba una respuesta a su necesidad personal de crecer, de estar en contacto con la naturaleza, con la tierra y que los colores de las flores pasen a ser parte de su paisaje diario, así nació Vivero Rafael.
En septiembre de 2017, luego de preparativos, ansiedad y alegría junto a su papá, su novio y una amiga abrieron las puertas de este espacio mágico que de a poco, pero a paso firme, fue ganando lugar. “fue un momento difícil de mi vida en el que necesitaba conectar con lo natural y las plantas fueron una gran elección, muy terapéutico. Al principio creía que sería algo momentáneo, pero con el tiempo decidí quedarme 100% con el vivero.” expresa feliz y más segura que nunca de su decisión.
Amigos y vecinos de la ciudad empezaron a acercarse atraídos por los colores de cada una de sus plantas, por el perfume de los sahumerios que ya son un clásico del lugar y con la calidez y conocimiento de sus vendedoras hubo hasta quienes, sin buscarlo, se volvieron amantes de las plantas.
Si bien el negocio ha ido creciendo a lo largo de estos años, la respuesta de los venadenses siempre fue muy positiva, Mariana cuenta que durante la pandemia las ventas crecieron mucho. No es casualidad claro está, meses donde la gente se abocó a cuidar más de su hogar y jardín. Incluso muchos se aventuraron en la creación de sus propias huertas. Además, en las fechas especiales siguen siendo las flores un excelente regalo, un clásico que no pasa de moda.
Primero plantas, luego objetos de decoración y hoy ya fabrican incluso sus propios Pies Nórdicos de Eucalipto.
Vivero Rafael ya tiene su lugar ganado y estos emprendedores que reconocieron en la naturaleza una forma de volver a la esencia, de sanar y compartir con otros esta sensación ven con orgullo como su proyecto crece día a día.
