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El otro radical

“En este momento de panqueques, nosotros defendemos lo público. Hay una dimensión que tiene que ver con lo colectivo, otra con la centralidad del estado, y eso no solamente significa entender que son espacios que nos pertenecen a todos, sino que es defender la salud pública, la educación pública, en tiempos donde parece que se estableciera la lógica del péndulo. Estoy convencido que no podemos vivir con decisiones que no tengan que ver con la defensa del sistema de seguridad social en manos del estado”.

El ex vicegobernador, Jorge Henn, es una voz que marca diferencias hacia dentro del espacio del Frente Progresista.1 Más aún cuando se lo ubica en la órbita del radicalismo provincial, rigurosamente alineado con el actual gobierno nacional y con posicionamientos cada vez más volcados hacia la derecha. El actual diputado provincial lleva adelante una tarea por intentar conservar los principios progresistas que aglutinaron al Frente y defender las banderas históricas del radicalismo al interior del partido. No es una cruzada sencilla en tiempos de exitismo.

“Dentro de los grandes acuerdos nacionales a futuro debería estar la decisión indiscutible que es el estado y no el mercado el que ordena las necesidades de la gente. Todavía la democracia tiene deuda pendientes, y es la desigualdad, no la pobreza cero como consigna, son políticas públicas concretas. Esto es un modelo neoliberal de lo posible, que avanza en la medida que puede, no explicita sus intenciones, los gerenciadores de los grandes centros financieros de la Argentina, que gobernaron el país desde el ’76”, dice.

En busca del radicalismo perdido

El lugar que el radicalismo se fue dando al interior del frente provincial tuvo sus momentos de dislocación a partir de las alianzas nacionales. La postura tomada por Henn fue incluso más firme y contundente que la de algunos integrantes del Partido Socialista, que no se sumó al acuerdo nacional del frente Cambiemos. “A Macri no lo voto”, salió a decir Henn en el marco del balotaje. “En lo económicas, las relaciones internacionales y el tema de las protestas, el gobierno dijo claramente lo que iban a hacer. Y tienen equipos para eso, saben a dónde van. Pero estos eslogan como Pobreza Cero es una sobreactuación. El gobierno anterior instaló una cultura de la confrontación que hoy es funcional al gobierno actual, para que no discutamos qué modelo de país queremos”, agrega.

El contraste con otros sectores del radicalismo, especialmente el conducido por Lisandro Enrico, es evidente. La activa participación en la campaña de Mauricio Macri y el alineamiento cerrado, como si se trataran de representantes del mismo espacio político, proponen un foco conflictivo hacia el interior del partido.

“Yo respeto la decisión de Enrico, es un actor ineludible en la ciudad. Me gustaría y voy a trabajar para que él y el radicalismo ocupen roles de mayor preponderancia. Aunque creo que la posibilidad de que sea un partido progresista y moderno está ligado a juntar capital político crítico que interpele a un partido que solamente acompaña de una mirada pragmática un proceso”, expresa el legislador, que no dudó en manifestar su apoyo a la Ley de Medios y otras decisiones del anterior gobierno que permitieron recuperar el rol del Estado como actor social.

“Veo con cierta preocupación algunos procesos pensados desde los grandes centros financieros y habrá que trabajar mucho para pensar desde otra perspectiva. En el Frente Progresista tenemos un fuerte compromiso. Es una construcción que molesta en la lógica de la inmediatez. Hay que construir un progresismo e calidad institucional que piense en el mediano y largo plazo”, explica.

El nuevo orden y la seguridad

La reorganización institucional que lleva adelante el gobierno nacional tiene otras consecuencias que se visibilizan por fuera de los efectos económicos. La determinación de avanzar en un plan de “normalización” acarrea una serie de reformas de seguridad que tienden al endurecimiento de las penas, el mayor control y vigilancia sobre poblaciones específicas y el subsiguiente saldo de estigmatización, criminalización y judicialización de la pobreza y la manifestación social.

El asunto de la seguridad es uno de los principales puntos de divergencia hacia dentro del Frente Progresista. La postura adoptada por algunos referentes, encabezados por Enrico, ponen en riesgo la definición misma del espacio dentro del progresismo, avalando un esquema de seguridad de raíz conservadora y fuertemente autoritaria.

Henn propone otras matrices para resolver esos problemas. En su visita a Venado Tuerto presentó un proyecto para mejorar la dotación de fiscales en la provincia. La ciudad es una de las más afectadas con esa descompensación. La propuesta apunta a alcanzar 184 fiscales y profundizar las políticas de prosecución, que permiten dar atribuciones para direccionar la investigación hacia objetivos puntuales. Presentar el debate del para qué, en definitiva, ante tanta demagogia punitiva que termina por llenar las cárceles de jóvenes provenientes de las barriadas populares.

“Me parece que se habrá un tiempo para pensar por qué ocurren estas cosas. Yo vine para presentar un proyecto para aumentar la cantidad de fiscales en la Provincia. Hoy tenemos una franja etaria de menos de 25 años que se llevan aproximadamente el 70% de las condenas, del nuevo sistema procesal-penal. Es una barbaridad, algo está pasando. Evidentemente es un tema que tiene que ver con analizar qué alternativa ofrecemos a los jóvenes y cómo llevamos adelante una política focalizada”, afirma.

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