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Como en México, pero acá nomás: Opulencia y afecto narco en el departamento General López

(Nota que saldrá publicada en la próxima edición de PUEBLO Regional)- A partir de la detención en México del poderoso narco “El Chapo” Guzmán, horas televisivas y radiales, kilómetros de papel prensa y ríos de tinta se han dedicado al extraño fenómeno de la opulencia, casi impune, con la que suelen vivir su riqueza estos empresarios narco, y al reconocimiento popular y afecto que reciben por parte de una porción de la sociedad que los rodea. “Opulencia” y “un cierto afecto por parte de una porción de la sociedad”, dos elementos que parecieran incomprensibles y despiertan asombro en los vecinos de la región que lo comentan en las panaderías y tomando mate en la vereda; pero que no son ajenos a los dos casos emblemáticos que parió nuestra región, de personas imputadas por liderar organizaciones delictivas dedicadas al tráfico de estupefacientes en el departamento General López: Aldo César “Totola” Orozco en Firmat, y Carlos Andrés “El Vasco” Ascaini en Villa Cañás. Cada uno con su estilo, es nuestro Pablo Escobar Gaviria en proporción regional.

Fiesta por la libertad de Totola
El 21 de agosto de 2012, el semanario “El Correo de Firmat” publicaba la siguiente crónica: “La camioneta del supermercado paró de culata en el estacionamiento de barrio Centenario, frente a la sala asistencial. Un grupo de hombres se acercó a bajar la mercadería que habían solicitado telefónicamente. Eran varias bolsas. Todo lo necesario para una fiesta. La celebración se realizó el martes 14, por la noche, en una vivienda ubicada frente al Fonavi. El día anterior, el Juzgado Federal Nº 3 de Rosario, a cargo del Dr. Carlos Vera Barros, declaró nulo el operativo antidrogas realizado por la brigada encabezada por el subcomisario, Alejandro Druetta, en la madrugada del 27 de junio en barrio Fredriksson cuando se detuvo a los ocupantes de un Citroen Berlingo –que, según el parte policial, en su interior llevaba tres kilos de marihuana y un kilo y medio de cocaína- y a dos abogados que se acercaron al lugar para asesorar a los demorados”.
Según precisó el diario La Capital (Rosario), en su edición del martes 14, “el magistrado ordenó la libertad inmediata para todos los imputados porque al constatarse las fallas del acta policial los motivos para atribuirles el delito desaparecieron (SIC)”. La leyenda urbana señala que, incluso, para el festejo fueron contratados los servicios adicionales de personal policial. A los pocos días Aldo César Orozco hacía, desde los micrófonos de FM Horizonte y con los periodistas Pellegrini y Altamirano, una encendida autodefensa, no solo cuestionando el operativo (en ese momento con una resolución judicial que lo respaldaba, aunque luego cambiaría su situación) sino mencionando la posibilidad de presentarse como presidente de la vecinal del barrio Centenario, y hasta de intentar acceder a la intendencia de Firmat. El tiempo haría que la Cámara de Apelaciones confirmara la validez del operativo y se pidiera la captura de Orozco. Pero el joven firmatense (oriundo de Cañada del Ucle) se dio a la fuga permaneciendo varios meses en situación de prófugo y con pedido de captura internacional, de la agencia Interpol; hasta que finalmente fuera detenido en una vivienda de Chabás, meses después.

Mi amigo el supuesto narco
Omar es un vecino del barrio Centenario, el populoso sector obrero de la ciudad de Firmat, donde cientos de vecinos pertenecientes a los sectores populares llevan vidas normales y decentes; luchando el mango diariamente en una comunidad marcada por las diferencias sociales más violentas y evidentes; donde ciertos sectores del poder económico hacen de la ostentación un verdadero culto. Pese a ello, viven para trabajar. En ese barrio, conviven con una realidad que no a todos parece molestarles de igual forma. Es el barrio que acoge a una gran parte del poder territorial de Aldo César Orozco. En diálogo telefónico con Radio Firmat (y con los periodistas Eugenio Salerno y Horacio Viola) una mañana de julio de 2012, Omar (previa solicitud de hablar sin revelar su apellido por temor a represalias) comentaba su preocupación por la falta de respuesta de la policía, luego de que él llamara preocupado al oír una determinada cantidad de disparos; y agregaba: “Dicen que era una bandita del barrio Fredrickson, la bandita de este chico que me da no se qué nombrarlo al aire. Fue un muchacho con otro más de la bandita, que le echaban la culpa al capo de acá, que dicen que es el señor ‘Totola’. Pero no, él nada que ver. Él nada que ver, porque muchos han dicho ‘que sí’, ‘que era él’; pero él nada que ver. Él con su gente estaba en su casita, no molestaba a nadie”. Consultado por los periodistas respecto a cuál era el motivo por el que sucedían estos incidentes, Omar respondió: “Según el comentario que hay dicen que vienen a buscar la droga…”. Agregando inmediatamente: “Pero aparte que ya nos vamos de un extremo a otro. Que no molesten a los vecinos. Además, lo que hoy yo le decía, lo acusaban a este muchacho (Totola) pero este muchacho nada que ver, este muchacho está con su gente ahí. Si se molestan se molestan entre ellos, nada más, pero a nosotros los vecinos no. Todo lo contrario. Si necesitamos una ayuda ellos nos colaboran ahí nomás. Le doy un ejemplo. Yo la vez pasada necesitaba un remis porque mi compañera estaba mal, lo llamé a uno de ellos, porque justo la telecabina estaba cerrada; le dije ‘¿no me llamás un remis para ir al hospital?’. Y ahí nomás me lo solucionó”. El periodista Salerno señaló: “Yo escuché que esa gente colabora y ayuda a los del barrio”. “Si, ellos mientras uno no los moleste no te molestan”, confirmó Omar. Concluyendo: “Es como yo te digo. Son seres humanos como nosotros. Si ellos (Totola y su organización) tienen su grupo de gente, hagan lo que hagan, ellos están en su mundo; y a vos no te van a molestar. Todo lo contrario: te van a procurar de ayudar si vos necesitás un favor”.
¿Nosotros qué pito tocamos en este entierro?
Debemos hacernos ciertas preguntas: ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo, en la que tanta gente queda afuera, postergada, como para sentir tamaño afecto para con alguien que supuestamente se enriquece cometiendo delitos vinculados a las adicciones (sinónimo de sufrimiento) de los demás? ¿Resulta eficiente el rol que están jugando los estados municipal, provincial y nacional; a la hora de que la mano amiga que colabore con los que peor la pasan sea la de la comunidad (encarnada en el Estado) y no la de un vecino que no tiene actividad económica lícita declarada? ¿Cómo es posible que alguien como Ascaini, que siendo transportista y monotributista, haya acumulado tamaña riqueza; y la haya exhibido socialmente como lo hizo? ¿Acaso no resulta igualmente incomprensible (o más aún) la labor del arquitecto que construyó la mansión de Ascaini o del propietario de la agencia Audi que le vendió el lujoso vehículo sabiendo quién era (o los que comercian con Orozco con propiedades o construcciones) que la de los vecinos que sienten empatía por la ayuda que estos les brindaban? ¿No debería indignarnos de igual forma, la opulencia con la que viven personas que también se enriquecen ilícitamente con acopio de cereal en negro, comercialización de agroquímicos robados? Preguntas, tiradas en una botella al mar.

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