Los vecinos de los barrios de la ciudad se organizan para poder enfrentar la situación que impuso el aislamiento social obligatorio a raíz de la expansión de la pandemia de coronavirus. Se trata de un estado de excepción, un acontecimiento único en la historia que exige llevar al máximo los niveles de solidaridad para paliar una crisis de magnitud inesperada.
Fernando Vélez, “Nandi”, es albañil, consigue donaciones, cocina y reparte los alimentos entre sus vecinos. “Desde que tengo uso de razón, la gente del club y la vecinal siempre han ayudado”, afirma, y dice que por cuestiones de protocolo cocina y reparte en su casa para evitarle conflictos a las instituciones. “Hoy el barrio necesita mucho”, dice.
Si bien ya hace tiempo que intenta facilitarle una vianda de comida a los vecinos que lo necesitan, relata que a partir de la pandemia la situación se complicó muchos más y el escenario que se presenta es totalmente inesperado, por lo que exige una dedicación total y, además, agudizar el ingenio y la optimización de recursos.
En el barrio Ciudad Nueva, muchos de los vecinos dedican su tiempo a intentar cubrir las necesidades de las demás personas que no tienen ni siquiera para comer diariamente. En el contexto de una crisis social profunda acarreada a partir de las consecuencias de las políticas del anterior gobierno nacional que llevó a la economía a una seria recesión, la pandemia supone mayores dificultades para el día a día de las familias en las periferias de la ciudad.
Desde el Club Ciudad Nueva como otras instituciones y personas de la ciudad, acercan mercadería para que los vecinos distribuyan entre 16 familias que pueden tener su vianda. Entre las 8 y las 17 horas, tiene permiso para circular en busca de mercadería y así brindarle un plato de comida a los que más lo necesitan.
“Un alfajor les da una sonrisa enorme a los chicos, estamos hablando de eso ya”, explica, y agrega que “en el barrio no se respeta la cuarentena como debería, nadie sabe qué hacer, a los chicos es difícil tenerlos adentro”.
