En el marco de una investigación por el hurto de herramientas y aberturas de una casa en construcción, el fiscal Iván Raposo ordenó la requisa de la vivienda de unos de los sospechosos. En el procedimiento, la policía no encuentra nada. Minutos más tarde, cuando el imputado ya había sido aprehendido, la jefa de la comisaría lo llama manifestándole que el supuesto autor amenazó a sus hijas.
La policía lo retuvo desde las 4 de la tarde hasta casi las 10 de la noche, cuando es trasladado a la Alcaidía de Melincué. Cuando Raposo averigua los motivos por los cuales no se podía llevar a cabo la audiencia imputativa, le confirman que había sido trasladado a Firmat con un cuadro de epilepsia. La pareja del detenido la que expresó que, durante la detención, en la comisaría y en el traslado a Melincue, fue brutalmente golpeado por la policía. A raíz de los tormentos policiales, perdió el vaso sanguíneo y tenía comprometido el páncreas.
“Este tipo de excesos hacía mucho que no ocurría, más allá de que muchas veces hay denuncias sobre el maltrato policial. Pero como a veces no quedan lesiones, es difícil determinar si las agresiones existieron. Pero un hecho con estas características, donde una persona es golpeada de tal manera en donde queda comprometida su vida, hacía mucho que no ocurría en esta jurisdicción”, indicó Raposo, quien agregó que los agentes policiales recibieron la prisión preventiva, salvo la mujer, a la que se le otorgó la prisión domiciliaria para que pueda ocuparse de su hija.
