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El BID, el Olimpia y la historia local por periodistas venadenses

La situación que atraviesa el Olimpia, con un intento mancomunado del espectro político para evitar la subasta del estadio, vuelve a poner sobre la mesa uno de los grandes temas de la historia reciente de la ciudad. La quiebra del banco BID no es solo un caso plagado de escenas de corrupción, desmanejos, fraudes y bancarrotas. Es, además, una parábola de la imagen de ciudad construida durante décadas. Un momento en el devenir local que resume muchas de las expectativas que fueron convirtiendo a Venado Tuerto en lo que hoy es.

PUEBLO Regional conversó con Juan Franco, jefe de redacción de El Informe; Mauro Camillato, presidente de Artrap, director de la escuela de periodismo de la Dante Alighieri y editor de Venado 24; y Carlos Barbarich, corresponsal de La Capital. Tres periodistas de larga trayectoria y reconocimiento para conocer otras perspectivas del asunto, hacer memoria, repasar nombres, fechas, acontecimientos.

“El tema BID es una de esas historias que marcan a fuego la realidad venadense y que aparecen como tapadas, a pesar de que hay cuestiones vinculadas al caso, está el edificio, uno se puede encontrar con empresarios que gozan las mieles que quedaron de esa época y pudieron reconvertirse y crear grandes empresas. En Venado se habla si el venado era tuerto o no, y los pocos que hablan estos otros temas somos los periodistas. Hay mucho para desentrañar, quizás cuando cierre la sindicatura se abran los archivos y podamos ver muchas cosas”, desliza Camillato.

Durante la década del noventa, la fantasía de ciudad esplendente y en auge estaba acompañada de proyectos faraónicos y propuestas de inserción en la escena nacional. En esos años, el nombre de Roque Fernández, ministro de Economía durante el menemato, era una cita corriente. El rol que jugó el Banco Central en los sucesos del banco BID, que lo llevó de ser un simple emprendimiento financiero de envergadura regional a colocarse como uno de los bancos más importantes del país y con proyección continental, es una de las cartas todavía poco exploradas en las investigaciones.

“En una entrevista exclusiva de El Informe con José Bordón, todavía en la época de apogeo del BID, salió el tema y yo notaba que se interesaba mucho. Nosotros seguíamos el tema por todos los andariveles, que comenzaba con el financiamiento del plantel de Olimpia con figuras rutilantes. Pero era también el cine-teatro Verdi, el gran centro de salud y la promesa de llevar a Venado Tuerto a los primeros planos del fútbol nacional. Después de esa charla, Bordón me mira y me dice que era muy parecido al grupo Greco en Mendoza, que también era una experiencia de personajes ligados a cuestiones que hacen a lo popular. Cataldi en ese momento era muy popular, tenía prácticamente más poder que el intendente De Mattia”, comenta Juan Franco.

La ficción metropolitana construida alrededor del financiamiento del BID y las inversiones despampanantes, encontraron en la experiencia Olimpia un eje fundamental. Grandes personalidades, competencias internacionales, figuras de farándula, afanes de espectáculo, sueños de ciudad-puerto enclavados en el corazón venadense. La pizza con champán tuvo su módulo local con los basquetbolistas norteamericanos, los autos de lujo, las cenas de gala, las ilusiones de la gran producción agroindustrial. La fanfarria noventosa, figurada en la trayectoria de Olimpia, resulta directamente en las aspiraciones del lujo y alto consumo del boom sojero exportador.

El BID, en su momento, era una pieza clave en el nacimiento de esa ciudad de ambiciones poderosas: llegó a tener 30 empresas relacionadas, generaba actividad laboral de forma indirecta para gran parte de los venadenses. Su precipitación, de la misma forma, fue un mazazo en la espina dorsal de la ciudad. Con el banco se fueron al piso 55 mil ahorristas y quedaron sin trabajo 2.300 empleados. La quiebra ascendió a 950 millones de dólares.

“No creo que la culpa la tenga la gente. Recordemos que había un montón de empresas satélites que generaban trabajo. En algún momento De Mattia se vio beneficiado porque iba todo a la par, el crecimiento de la ciudad con el del banco. En el ’91 gana bien las elecciones. Scott debe haber sido de los primeros en presentar críticas al banco. Probablemente haya tenido que ver eso con que después gane en el ’95”, puntualiza Barbarich.

“Hubo una gran impunidad reinante. Así como ahora se habla de la ruta del dinero, también en ese momento había una ruta del dinero por seguir, y muchos creían que en el BID anidaba mucho de eso. Si el tema no tuvo más trascendencia a nivel nacional es porque la sede estaba en Venado Tuerto. Hubo quiebras más chicas que generaron más repercusión”, agrega Franco.

El protagonismo que el banco forjó en la vida económica de la ciudad se dio en alianza con el poder político de entonces, encarnado en la figura del intendente Ernesto De Mattia. Sobre esos entrelazamientos, Camillato escribió un artículo en el que detalla los proyectos en común que tenían De Mattia y el presidente del banco, Roberto Cataldi. “Queda muy poco del demattismo de aquella época. El gran triunfo de Enrico fue terminar con eso. Pullaro, de alguna forma, tiene que ver. Pero queda muy poco. Por un lado, De Mattia y Cataldi eran aliados, había proyectos conjuntos para que De Mattia fuera gobernador y el BID comprara el banco Provincia. Era la jugada madre, a mí me lo aceptó Cataldi en las últimas entrevistas que le pude hacer. Menem lo presentaba a Cataldi como uno de los banqueros preferidos. El dinero no tiene que ver con colores políticos. La alianza era de dos partes, con Menem por arriba y con De Mattia por abajo”, expone.

 Sobre la prensa local

La tradición del periodismo enfrentándose a los poderes fácticos de la ciudad no es demasiado prolongada. En Venado, como en muchas de las ciudades del interior, hay un condicionamiento que se expresa de forma más directa e inmediata por parte de las grandes empresas sobre el ejercicio periodístico. El banco, en su momento, fue uno de los grandes aportantes a los proyectos que se gestaban en la ciudad. Cuestionarlo era un riesgo demasiado costoso. En muchos casos, los medios terminaron por ser una suerte de oficina de prensa de las empresas y dirigentes políticos, difundiendo informaciones útiles y actividades. La composición de los espacios de poder de la ciudad no suelen recibir demasiada atención en la prensa local. No se habla de nombres y apellidos, relaciones, aportes, auspicios o patrocinios.

“Había un cierto mecenazgo del BID con algunas empresas y era muy difícil para los medios ir en contra de las fuentes laborales, más allá de los dineros publicitarios que ponía el banco o las grandes empresas. También influyen para silenciar periodistas, y antes, a los dueños de comunicación. Hoy no hay nadie, ningún grupo económico que influya tanto”, explica Franco.

La instalación del tema en la agenda pública y los debates al respecto que se fueron dando a lo largo de los años, generalmente eludieron algunos aspectos controvertidos y se posaron en un lugar de fiscalización externa, sin demasiadas indagaciones sobre los lazos internos de los actores que participaban ni de las finalidades de los negociados. “El mecanismo del BID era salvar empresas que se caían, entonces sentían que el BID era su salvador. Era muy difícil putear a alguien que te había rescatado. Era una situación rara”, dice Camillato. La quiebra del BID golpeó profundamente a toda la ciudad y la dejó, durante años, en un estado de conmoción y extremo silencio.

“También hubo un cambio en el paradigma periodístico. En el ’95 vos podías retener la noticia y que no salga de la ciudad. Hoy con las redes sociales y la multiplicidad de medios, es imposible. Incluso a nivel nacional, no mandaban tanto. Eso pasó del ’97 para adelante. Convengamos que todo el éxito deportivo de Olimpia fue a un año de la quiebra. Entonces la gente habrá pensado que no estaba todo tan mal. Por lo menos ese año se legitimó un poco”, concluye Barbarich.

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