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Ana Lina Klotzman, y su historia de desapariciones y aparecidos

(Nota publicada en primera edición de septiembre de PUEBLO Regional) Ricardo Klotzman y Liliana Bojanich, son dos de los desaparecidos de la última sangrienta dictadura argentina. Ana Lina acompañaba a su madre en el momento en que fue secuestrada por un grupo de tareas en la ciudad de Buenos Aires el 8 de junio de 1976. El 2 de agosto del mismo año fue el turno de Ricardo, quien fue detenido en Rosario con su pareja de ese momento, Cecilia Barral, embarazada y a punto de parir. Su hija fue la nieta 103 recuperada en abril de 2011.
“Dijo Videla que no existen plazos, sino objetivos a cumplir”, titulaba en su tapa el gran diario argentino el 8 de junio de 1976. Mientras los canillitas voceaban las buenas nuevas que transmitía Clarín, en plena vía pública de la ciudad de Buenos Aires era secuestrada Liliana Bojanich. Tomada de su delicada mano llevaba a su hija de un año y medio de edad: Ana Lina Klotzman.
Mientras la gran urbe bullía, la niña fue dejada abandonada en la calle por el grupo de tareas y la recogió un patrullero que “accidentalmente” pasaba por el lugar. Ana Lina fue entregada a sus abuelos maternos que la criaron en la vecina y pacífica localidad de Elortondo.
El padre de la niña también fue víctima de la violencia del Estado. Ricardo Horacio Klotzman (uno de los máximos referentes del Ejército Revolucionario del Pueblo en Rosario) fue secuestrado el 2 de agosto de 1976 junto a su pareja de ese momento, Cecilia Beatriz Barral, de una vivienda de Necochea al 2050 de “la Chicago argentina”. Al momento del secuestro Cecilia estaba embarazada a término. Su hija, María Pía Josefina Kerz es la nieta recuperada número 103, y recién conoció su verdadera identidad en abril de 2011.
“En mi caso particular, con la presencia de mis abuelos maternos y de mi tía materna, se podría decir que tuve una infancia feliz. Por supuesto que uno crece con la ausencia de los padres, y eso sigue estando y se presenta en forma de conflicto muchas veces, pero el amor que me rodea, y la forma en que soy cuidada y la contención, hacen que todo ese dolor se pueda transformar en otra cosa”, cuenta Ana Lina entrevistada por PUEBLO Regional.
Klotzman reconoce, sin embargo, que su caso es especial: “Esta infancia que viví no hubiese sido posible sin mis abuelos y mi tía maternos. Conozco a muchas personas que han pasado por lo mismo, y familias atravesadas por el dolor no pueden recomponerse de la misma manera. En mi caso me ayudó mucho el hecho de vivir en un pueblo como Elortondo, donde todos nos conocemos, y el cariño con que siempre me trató la gente”.
A pesar de tener fuertes contactos y lazos con militantes de agrupaciones como Hijos (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), Ana Lina asegura que “para mí este tema es doloroso y va más allá de un tema político”.
Entrando en terreno más íntimo, reprochó que “hoy yo preferiría tenerlos a ellos acá”, para luego remarcar: “Mis padres son mis héroes, yo estoy orgullosa de ellos y de lo que hicieron, y su compromiso. Hicieron algo que hoy nadie haría, que es dar la vida por lo que pensaban. Ellos sabían que corrían ese riesgo, y sabían que yo estaba en medio de ese riesgo. En ese momento ellos tenían 20 años, y por la edad uno a veces no evalúa un montón de cosas, pero ellos asumieron los costos de su acción, de lo que pensaban”.

La aparición de María Pía
Una de las secuelas más grandes que dejó la sangrienta dictadura argentina fue el importante número de niños que nacieron en cautiverio y les fue robada su identidad.
Tal el caso de María Pía que recién conoció su verdadero origen en 2011.
Al respecto Ana Lina comentó: “Yo me enteré de la posibilidad de la existencia de un hermano o hermana en el año 1996. En ese momento yo tenía 22 años. Por una cuestión de contención familiar y de que mi familia materna tampoco sabía que existía esta posibilidad, ellos se enteraron un poco antes que yo. Lo que siempre busqué es una media o medio hermano de parte de mi padre, y para mí fue como raro encontrarme con María Pía. Fue lindo porque yo siempre buscaba la historia de lo que pasó, y en el mejor de los casos pensaba encontrar restos, y en ese momento todo se transformó en la búsqueda de alguien que podía estar vivo. Eso cambia todo el panorama: no es lo mismo buscar los restos de alguien que ya no está, que buscar a alguien que está vivo, y que tiene tu edad y con quien podes compartir un montón de cosas. Cambia la óptica”, resume.
Pese a las ansias del reencuentro, todavía María Pía y Ana Lina no lograron recomponer el lazo fraterno: “El contacto es mínimo porque dejo que los tiempos los maneje ella. Creo que para ella es mucho más difícil que para mí”, razona Klotzman.
Sobre este tema de la identidad, Ana Lina solo hace un aporte más: “Creo que uno no puede desarrollarse de forma completa, por más que uno se quiera engañar, si no sabe exactamente quién es”.
Ricardo Klotzman, padre de María Pía y Ana Lina, era al momento de su desaparición uno de los líderes del PRT-ERP en la ciudad de Rosario. Sus amigos le decían el “Patón” y sus compañeros lo llamaban “César”, “Hugo” o “Juan de Dios Pérez”. Para Ana Lina más allá de la militancia y el alto cargo que ocupaba en la organización “revolucionaria”, “lo más importante es que era mi papá. El dio la vida por lo que pensaba más allá del rango que haya tenido dentro de la organización. Para mí es suficiente con que fuera mi papá”.

Historias de vida
Ricardo Horacio Klotzman nació el 24 de mayo de 1951 en Venado Tuerto, provincia de Santa Fe. Era el mayor de dos hermanos. Una vez que terminó la escuela secundaria, se mudó a Rosario para estudiar Ciencias Económicas en la Universidad Nacional, carrera que abandonó en 1972. Trabajó de profesor particular en una academia dando clases de apoyo a estudiantes secundarios. Fue empleado en una bodega y en una empresa metalúrgica.
El 21 de junio de 1973 se casó con Liliana Bojanich y el 10 de noviembre de 1974 tuvieron una hija: Ana Lina. Años más tarde, la pareja se separó. Liliana fue secuestrada el 8 de junio de 1976 en la vía pública en la ciudad de Buenos Aires y permanece desaparecida. Cecilia Beatriz Barral nació en la ciudad de Buenos Aires el 21 de junio de 1951. Era la mayor de dos hermanos. Su familia la llamaba “La Negra”. Se mudaron a Mar del Plata cuando ella empezaba el colegio secundario. Estudió en el Colegio Normal de esa ciudad y se recibió con el título de maestra. Luego, estudió la carrera de Maestra Especial en la Universidad Católica. Se inscribió en la Universidad Nacional de Mar del Plata para seguir sus estudios, algunos de sus familiares dicen que estudió Sociología y otros Antropología. Trabajó dando clases en el Colegio Pierre Marie y como encuestadora. Militaba en el PRT-ERP. Sus compañeros la llamaban “Mecha” o “Mercedes”.
Ricardo y Cecilia se conocieron en el ámbito de la militancia. Fueron secuestrados el 2 de agosto de 1976 en el domicilio donde vivían en la calle Necochea 2050 de Rosario. En el operativo fue asesinado otro compañero que se encontraba en la casa. De acuerdo a las pruebas documentales disponibles en el Archivo Intermedio de Santa Fe, se sabe que se trató de un operativo conjunto entre el Ejército y la policía de la provincia. Por parte del Ejército intervinieron agentes del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario, responsable del Centro Clandestino de Detención “Quinta Operacional de Fisherton”, adonde precisamente fueron llevados Ricardo y Cecilia.
Cecilia estaba embarazada de nueve meses al momento del secuestro y debía dar a luz en esos días. Fue vista por última vez el 11 de agosto de 1976, dentro del centro clandestino, y luego fue trasladada para parir. Su hija, María Pía, sería entregada en adopción días más tarde por el juez Luis Vera Candiotti.

Entrevista Pablo Almena
Nota Pablo Salinas

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