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Abel Bensi: vivir entre música y violines

Abel Bensi es un personaje particular de Venado Tuerto. Desde hace años se dedica a la construcción y reparación de instrumentos musicales. Es luthier, esa palabra de origen francesa que se comenzó refiriendo a quienes se dedicaban a los instrumentos de cuerdas, pero que luego se expandió hacia todos aquellos que construían instrumentos de vientos. Los luthier, esa mezcla de artesanos y carpinteros, por lo general, también son músicos. Abel Bensi es violinista. Tocó en Ensamble Instrumental de Venado Tuerto. Llegaron a ser 17 músicos. “Cada uno elige el instrumento que quiere tocar. Hay que estimular, darle entusiasmo. A todos nos ha hecho falta eso, que la imagen del padre o la madre o el tutor, quien sea, esté ahí para apoyar”, dice.

Sobre su pasión por el violín, Bensi define: “hay que ver con que instrumento podes expresarte mejor, es una cuestión personal, de una intimidad muy grande, no sabemos por qué pero hay un sonido que nos deja expresar lo que queremos”. En tanto a la cantidad de persona que tocan el violín en la ciudad, la pequeña comunidad de músicos que conviven, a veces a la distancia, otras en directo intercambio, Bensi subraya que “podemos ser seis o siete que tocamos el violín, ojalá fuéramos 70. Ahora se está armando un grupo llamado de cámara, es decir, para hacer música clásica, dirigido por Ezequiel Fernández, el director de la banda municipal. Es un grupo mixto, con gente joven.

Antes de dedicarse expresamente a la construcción de instrumentos, trabajó durante años con madera por encargo para carpinterías. “Es un oficio muy lindo, me encanta”, dice. Y aclara que, hoy por hoy, si tiene que pensar en trabajar de otra cosa, debería ser algo relacionado con la madera, no una cosa “despersonalizada, mecanizado, frío, sin vida propia”.

Actualmente comparte el oficio con su hijo, Fernando, que es contrabajista. Él construye y repara los instrumentos con arco: violines, violas, violonchelos y contrabajos. Acústicos, no eléctricos. Todos los años participan en Buenos Aires de la Exposición Nacional de Lutheria Argentina, una exhibición de todo tipo de instrumentos, eléctricos y acústicos.

Bensi relata que empezó a estudiar violín en la adolescencia. Su padre era relojero. En la casa que familiar hay, en el jardín de adelante, sobre un columna de madera, un reloj redondo. “Le damos la hora al barrio”. Era algo así como el aviso del oficio hacia el barrio. Bensi, ahora, comparte sus instrumentos, su cuidado trabajo con músicos de la ciudad y de todo el país.

La luthería es una actividad artesanal, minuciosa, delicada. Bensi dice que es posible vivir de eso, peor que no resulta tan sencillo. “Yo aprendí en Rosario pero me fui haciendo solo, en esa época no había internet, era todo con libros”, aclara. Es el único que se dedica a instrumentos de arcos en la ciudad. Tiene clientes en todo el país. Comenta que el ambiente no está integrado por una multitud ni cuenta con un gran mercado. Es una actividad muy puntual, “es como un escultor que haga estatuas de mármol”.

Sus instrumentos fueron tocados por Peteco Carabajal y también por el primer violinista de la Filarmónica de Buenos Aires. “Esas cosas estimulan y permiten difundir en el boca a boca lo que uno hace”, apunta, y explica que la construcción de un violín demanda mucho tiempo y es difícil venderlo. Una vez que se vende, también es complicado desprenderse de una pieza que requirió tanto trabajo y dedicación, como una obra de arte. Pero “es la actividad que uno tiene, a un hijo en la vida le tiene que conceder la libertad para que cree alas y vuele. Por eso, lo mejor que nos puede ocurrir es que alguien quiera el instrumento y le sirva, que está en manos de alguien que lo puede tocar y le gusta”.

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